P O E S í A /// P O E S í A

//COMUNICACION SOCIAL //
//PERIODISMO // NUEVAS TECNOLOGIAS // ACTUALIDAD // CINE //
//ARTE Y DISEÑO // PUBLICIDAD//
//L I T E R A T U R A//

He naufragado en un mar de recuerdos.

Ante el futuro incierto, busco en el presente
al que soy. Hoy ya no es ayer.
G.D.

Estar ROTO DE AMOR, duele.

G.D.

jueves, 30 de octubre de 2008

Tarde de Cine


La Historia, las historias, vuelven a repetirse. A veces, con sutiles diferencias; otras, con enormes distancias, aunque los hechos se asemejen o los personajes se parezcan bajo otro perfil y nuevos ropajes.
Lo comprobé -una vez más- cuando en la últimas vacaciones de invierno compartí con mi hijo Lucas (de 10 años) la proyección del simpático y entretenido film “La Maldición del Perla Negra”.
Frente a la pantalla, ambos. Yo, con mis 41 años, viviendo una aventura de piratas indomables y diestros espadachines. Lucas, interviniendo a pleno en cada disputa, deseoso de colgarse, cual corsario, del palo mayor de alguna nave.
Un momento similar al que, en otra época, en otros tiempos, viví con menos años, en el cine de mi barrio o en una matiné de súper acción, junto al televisor blanco y negro que nos acompañaba a todos, en la cocina-comedor de casa.
Con la misma alegría, el rito volvía a repetirse. Un padre lleva a su hijo al cine. Una madre corre en busca de entradas. Arma sandwiches, compra golosinas y parte -presurosa- a la función de cine o teatro.
Como mamá, que nos llevó a ver “Anteojito y Antifaz” y hoy disfruta de "Nemo" con sus nietos: mis hijos.
Los placeres son los mismos. Poder acariciarlos, verlos sonreír y acompañarlos en su tiempo libre, en su crecimiento, con palabras, comentarios y complicidades (como la de desparramarse en una butaca y perderse en las inmensidades de la pantalla, esquivando espadas y violentos cortes de filos irreales, que parecen certeros y relucientes en su metal plateado).
Desde una tarde compartida, entre gaseosas y alfajores, es también posible descubrir el maravilloso sentido de la vida, del ser, y filosofar bajito, junto a los niños que, con mirada inquisidora, cuestionan y responden sobre los eternos conflictos de la existencia, sin tapujos ni frenos.
De esa transparencia, de esa libertad, podemos aprender. De una salida entre piratas, puede resultar el mejor aprendizaje.
Todo depende de cómo aprovechamos el encuentro y cuánto dejemos fluir el diálogo, para así construir los recuerdos del futuro.
Ésos que podrán ser recuperados por Lucas, cuando lleve a su hijo al cine, o se descubra -compinche- frente a la pantalla que exhiba "el Perla Negra" como un clásico de inicios del siglo XXI, estrenado en un ya lejano 2003.
...Y la Historia, las historias, volverán a repetirse.

No hay comentarios: