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He naufragado en un mar de recuerdos.

Ante el futuro incierto, busco en el presente
al que soy. Hoy ya no es ayer.
G.D.

Estar ROTO DE AMOR, duele.

G.D.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Mi Recuerdo

Escrito y publicado hace 7 años. Se extraña su presencia, su voz y su mirada sobre la vida.

Aquella Montaña Mágica
"La vida es un lapso del aprendizaje
musical del silencio".
Alejandra Pizarnik

El 21 de agosto falleció Ida D´Agnone (52), directora de Prensa y Ceremonial de la municipalidad de Tres de Febrero.
Quienes la conocimos bajo sus múltiples facetas: periodista, docente, ceremonialista, historiadora, funcionaria pública..., recordaremos siempre su vocación solidaria, su amor por la lectura, el saber y la actualización permanente.
Hija de inmigrantes españoles e italianos, hizo de la familia, los amigos y el trabajo un culto que nos lega como enseñanza, en estos tiempos de confusión y ausencia de valores.
Vivía en El Palomar (Morón) junto a su hermano, cuñada y sobrinos. Desde 1970 trabajaba en la comuna local, habiendo desarrollado una carrera técnica que la llevó a ocupar, últimamente, el cargo de directora en un área dinámica, comprometida con la difusión institucional y la imagen de la Intendencia.
Ida, fue docente superior, investigadora histórica y capacitadora en el Instituto Nacional de la Función Pública.
Habiendo ejercido el periodismo en medios nacionales y locales, en la última década se dedicó al ceremonial, a la formación de adultos, a los idiomas -hablaba francés e italiano- y a la literatura, aunque lo hiciese silenciosamente.
Reflexiva y de sólidas convicciones cristianas, practicó sin miramientos "hacer el bien" y "amar al prójimo". Lo hizo tanto como le fue posible y hasta que su energía vital se agotó.
Adoraba el sur argentino y lo frecuentaba con fines solidarios, al trabajar en Puerto San Julián -Sta. Cruz-, junto a distintas órdenes religiosas.
La literatura fue una de sus pasiones. Como Jorge Luis Borges y el poema "Las Cosas".
La escritura y la charla reflexiva, ocuparon un espacio significativo en una existencia rica en amigos, anécdotas y viajes.
En diciembre del año pasado, volvimos a compartir la lectura de un libro. "La Montaña Mágica", de Thomas Mann, nos instaló entre las cavilaciones de variados personajes que se debatían entre la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, en torno a una montaña que era inicio y llegada.
Preocupada por estos temas, hablamos una vez más sobre el misterio último: ése
que sin Fe parece oscuro.
Sin embargo, y aunque paradójico, porque Alejandra Pizarnik no era creyente (¿o sí?), la luz las ganó y las unió para la eternidad.
En "Tangible ausencia", Alejandra lo decía: "Me embriaga la luz. No nombro más que la luz. Quiero verla. Quiero ver en vez de nombrar".
Ida, junto a otros seres queridos, ahora sabe qué hay del otro lado del espejo: la luz, la paz que sólo aguarda a quienes la nombran en vida, la otorgan con sus actos.


Gustavo D´Orazio

Nota: Esta breve semblanza fue escrita a pedido de Alberto Chiesa, director del semanario Huella.
Después de unos días de tensa quietud, cuando el dolor dio paso a más oxígeno, liberando la angustia, dibujé -a mano- algunas palabras que hoy aparecen aquí, entre citas y autores que Ida admiraba.
Como Pizarnik, que el domingo 25 de agosto -desde el diario La Nación- volvió a estremecernos con la calidad de su imaginario y que, finalmente, me motivó a ensayar esta tímida despedida.
... porque ella ya lo había hecho antes que yo. En su escritura, en su desánimo, me reconforté pese al sabor amargo de este agosto imperdonable.

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