“No” es un filme noble, de factura austera y recursos
narrativos sencillos, donde priman los diálogos -esa palabra vedada por años,
durante la dictadura de Pinochet en Chile- y un protagonista muchas veces inexpresivo, como si estuviera cohibido,
anestesiado, temeroso.
Gael García Bernal, compone a un joven publicista que
trabaja por el “no”. Inmerso en la campaña que plebiscitó la continuidad del
dictador, aflora una creatividad básica, muy al estilo americano (de los años
80), aunque luego opte -él y su equipo- por una identidad más genuina, propia del sur
y del país trasandino…
Con diversas piezas televisivas y mensajes (slogan -"la alegría ya viene"-, frases y hasta merchandising), se deberá
convencer al electorado, dividido por el pasado, la violencia, ciertas mejoras
económicas y un conservadurismo muy instalado en la sociedad.
Finalmente, gana el “no”, convencida, así, una amplia mayoría de los ciudadanos “del cambio imprescindible que Chile merece, tras la férrea tutela de un militar-gobernante que intervino en la cosa pública, sin miramientos ni flexibilidad alguna”.
“No”, que compite por el Oscar extranjero, es emotiva; documenta con una muy buena reconstrucción estética la época que retrata, develando los juegos mediáticos, generados desde el poder; exhibe, también, el rol de la comunicación política y la propaganda moderna, en una década clave para muchas naciones que retomaron, en la región, su vida institucional, restableciendo derechos y libertades consagrados en sus Constituciones: suspendidas, todas, por golpes militares y gobiernos de facto. G.D.
(La película "No", del director chileno Pablo Larraín, retrata la campaña del plebiscito de 1988 que marcó el inicio del fin del gobierno militar de Augusto Pinochet, quien había llegado al poder en un golpe de Estado en 1973. El filme se basa en la obra de teatro del escritor chileno Antonio Skármeta.)