El cine argentino tuvo su época dorada. Estrellas, vanidades, romanticismo, teléfonos blancos, buenos directores e intérpretes; excelentes guionistas y fotógrafos... En síntesis, hubo industria, público, ambiente cinematográfico y arte; conquistas y fracasos, evolución, despegue y figuras veneradas por la platea... Amelia Bence, que acaba de fallecer con más de cien años, fue una ellas. La televisión, youtube, odeon-por demanda, siguen y seguirán pasando sus películas. Hace muchos años, cuando la TV por cable no existía, los videos menos e internet no había sido anticipada ni por Verne ni Bradbury, ese cine era el que se apreciaba en blanco y negro. Unas historias atractivas, a veces; otras pasteurizadas y edulcoradas, pero siempre fiel reflejo de una estética bien definida: la del cine nacional. Con mi madre y hermano, creo, conocemos todo lo filmado por Bence. Un día de estos volveré a sentarme frente a una pantalla (mi tablet, por ejemplo) y disfrutaré del filme que la bautizó como la poseedora de "los ojos más lindo del mundo"; claro, los de Amelia y... los de María, mi mamá, que aunque no esté ya a mi lado, dirá que sus ojos son como ésos: color del tiempo... y bellos, bellos, como pocos.
Desde la Argentina, un refugio para quienes deseen indagar en el imaginario de un amante de la palabra... Literatura, periodismo; fusiones e invenciones en un océano virtual que jamás pensé integrar.
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He naufragado en un mar de recuerdos.
Ante el futuro incierto, busco en el presente
al que soy. Hoy ya no es ayer.
G.D.
Estar ROTO DE AMOR, duele.
G.D.
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